Les damos la bienvenida al Alcázar de Jerez.
Se trata de uno de los edificios más antiguos y representativos de la ciudad, construido durante los siglos XII y XIII y modificado posteriormente.
El conjunto se levantó en época de los Almohades, cuando la zona estaba dominada por los musulmanes. La guerra de reconquista que sostenían los reinos cristianos de la península ibérica contra el Islam y las tensiones internas entre los diferentes bandos de la España musulmana hicieron que la vida se tornase peligrosa y se decidiese la construcción de un castillo en el que, por un lado, viviesen los gobernantes y, por otro, se pudiesen acuartelar las tropas de modo que siempre estuviesen dispuestas a entrar en acción.
El Alcázar forma parte del recinto amurallado de la ciudad y está situado en el extremo meridional del mismo. Se trata de un edificio fortificado hacia el exterior y el interior de la población, lo que demuestra que la situación social y política durante el dominio musulmán no fue demasiado pacífica, ya que los gobernantes vieron la necesidad de defenderse de la población autóctona.
Tras la conquista cristiana, acaecida a mediados del siglo XIII, el Alcázar siguió siendo el cuartel general de la ciudad quedando al cargo de un alcaide. Así se mantuvo hasta finales del siglo XVI cuando el deterioro de sus muros hizo al ayuntamiento tomar la decisión de abandonarlo y así construir un cuartel de nueva planta.
Hay constancia documental de que en este periodo el estado de abandono fue total, llegando incluso a utilizarse parte del recinto como tierra de cultivo. Por fortuna en 1644 Felipe IV concedió a los Villavicencio, una de las familias nobiliarias más importantes de la ciudad, la alcaidía honoraria del Alcázar, lo que les permitió vivir en él. A partir de ese momento se realizaron una serie de reformas en el edificio, siendo lo más destacable el enorme palacio, llamado de Villavicencio, por el que se accede al conjunto.
Los duques de San Lorenzo y del Parque, título con el que fueron distinguidos los ilustres habitantes del Alcázar, vivieron aquí hasta 1926, cuando vendieron el inmueble a don Salvador Díez. Es en esta época cuando se realizan una serie de obras dirigidas por el arquitecto Teodoro Anasagasti encaminadas a transformar el recinto en un parador de turismo, proyecto que no llegó a buen puerto.
A la muerte de Díez, en 1939, el abandono y la ruina volvieron a aposentarse entre los muros almohades. La compra del inmueble por el ayuntamiento en 1968 no supuso ninguna mejora, sino más bien todo lo contrario, ya que el gobierno municipal decidió construir un edificio de varias plantas en el interior del recinto, del que llegó a edificarse la estructura. Fue en ese momento en el que el arquitecto José Menéndez Pidal se encargó de una serie de restauraciones en la mezquita y los baños, iniciando una campaña que ha llegado hasta nuestros días.
El primer gobierno democrático de la ciudad decidió demoler el edificio contemporáneo en 1981 siendo sustituido el solar por un jardín de estilo islámico. Desde el año 1996 se han venido realizando una serie de intervenciones y reformas encaminadas a recuperar de forma integral este conjunto monumental. La última de ellas culminó en el año 2010 poniendo en valor y en uso prácticamente la totalidad del Alcázar.