La historia de los colgantes de cornalina de Mesas de Asta en la "pieza del mes" del Museo

El Museo Arqueológico Municipal y la Asociación de Amigos del Museo ofrecerán este sábado, 27 de abril, a las 12,30 horas, una nueva sesión del programa didáctico ‘La pieza del mes’ que tiene por objetivo profundizar en el conocimiento histórico, artístico y material de una pieza perteneciente a las colecciones del Museo. La entrada al acto es libre y gratuita.
En esta ocasión, el profesor Mariano Torres Ortiz, del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense explicará con detalle el origen y la historia de los colgantes de cornalina de Mesas de Asta.
Torres Ortiz explicará que en el yacimiento de Mesas de Asta, emplazamiento de la romana Hasta Regia, se han recuperado dos colgantes de cornalina en forma de cariópside de loto o de adormidera, uno de ellos hallado en la campaña de excavación efectuada por Manuel Esteve Guerrero en 1942 y otro en la prospección intensiva llevada a cabo por personal del Museo Arqueológico de Jerez en 1993. Asimismo existe en los antiguos fondos del museo un tercer ejemplar sin procedencia exacta, pero que podría tener el mismo origen.
De muy pequeño tamaño, estas cuentas fabricadas en un material exótico e inexistente en la Península Ibérica, atestiguan la existencia de contactos con los primeros navegantes fenicios llegados a las costas gaditanas en un momento que se puede situar de mediados del siglo IX a mediados del VIII a.C., con lo que se cuentan entre los primeros objetos orientales llegados a tierras jerezanas.
Como ya se ha señalado, la materia prima con la que se han fabricado estos objetos, la cornalina, no existe en la Península Ibérica, pero sí es muy abundante en Egipto donde probablemente se fabricaron estos objetos o desde donde se exportó a las ciudades costeras fenicias donde fueron convertidos en las cuentas que los arqueólogos hemos recuperado en la actualidad.
Así, no es de extrañar los numerosos ejemplos de este tipo de cuentas en Egipto, donde se ha recuperado un importante lote en las excavaciones españolas efectuadas recientemente en la necrópolis del Tercer Período Intermedio en Heracleópolis Magna, con una cronología idéntica a la de las piezas recuperadas en Mesas de Asta, aunque se conocen piezas más antiguas que remontan a la XVIII Dinastía.
Como se trata de un objeto de pequeño tamaño y fácilmente trasportable, este tipo de cuentas tiene una amplia dispersión a lo largo de todo el Mediterráneo, con piezas distribuidas por Israel, Chipre, Grecia, las Islas Eolias (al norte de Sicilia) y la Península Ibérica, sin perjuicio de que nuevos ejemplares puedan ser hallados en otras regiones.
En el ámbito mediterráneo, las piezas más antiguas proceden de la tumba 9 del área I de la necrópolis chipriota de Kition, donde las importaciones micénicas del Heládico Reciente III B permiten fecharlas en el siglo XIII a.C., mientras que en el ámbito griego proceden ya de contextos del siglo XII a.C. en necrópolis del Heládico Reciente III C de Coo y Perati. En el caso de la cuenta de Lípari, procede de un contexto del Ausonio II, que se inicia en un momento final del Heládico Reciente IIIC, es decir, en el siglo XI a.C., aunque se prolonga hasta el siglo IX a.C., por lo que pudo llegar a la isla con las navegaciones tardomicénicas o ya con las fenicias. En nuestro entorno más cercano, piezas de estas características se han recuperado en el fondo de cabaña de Pocito Chico (El Puerto de Santa María) asociadas a materiales tartésicos y fenicios de fines del siglo IX e inicios del VIII a.C. en un contexto material idéntico al de Mesas de Asta, además de otra más procedente de la Sierra de San Cristóbal junto a materiales similares, en un área muy cercana al asentamiento fenicio del Castillo de Doña Blanca, y, finalmente, una más que formaba parte del collar del tesoro de Ébora (Sanlúcar de Barrameda) y que se fecha en los siglos VI-V a.C.. Por ello, en esta zona la introducción de estas piezas se produce en un momento cronológicamente posterior a Grecia y las Islas Eolias y dentro de una corriente comercial que hay que atribuir ya a los fenicios.
Piezas idénticas se han recuperado en otras áreas Andalucía occidental, como las halladas en Los Castillejos (La Granjuela, Córdoba), Cabezo de Córdoba (Castro del Río, Córdoba), además de dos ejemplares aún inéditos del Cerro de Villavieja de Casares (Málaga), todos ellos en contextos de cronología muy similar, por no decir idéntica, a los de Mesas de Asta.
En este sentido hay que destacar los hallazgos procedentes de Israel, donde también se documentan abundantemente en contextos de esta cronología, algunos claramente fenicios como la necrópolis de Achziv, aunque algunas se han recuperado también en la ciudad israelita de Megiddo.
En todo caso, además de reflejar los contactos entre las poblaciones fenicias y locales en la campiña jerezana a inicios del primer milenio a.C., estos objetos tendrían seguramente un importante papel en definir los roles sociales de éstas últimas, ya que serían utilizados por aquellos individuos de elite que controlaban dichos contactos como medio de reflejar y materializar su poder frente al resto de la población al controlar los contactos exteriores a través de los que llegaban estos objetos y su redistribución a otros miembros de la sociedad, que también reflejarían su status mediante el acceso a estos objetos.
Para concluir, señalar como hasta los más pequeños objetos sirven para reconstruir e interpretar las formas de vida de las poblaciones del pasado, por lo que es importante su recuperación, a ser posible, en el contexto arqueológico original en el que fue depositado, ya que las pautas de deposición ofrecen una información de gran valor para reconstruir las relaciones sociales de estos grupos.