Farmacia: Ayuntamiento de Jerez - Página oficial

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Historia de una Farmacia

Breve reseña histórica de la Farmacia Municipal

 

En la tercera planta del palacio se encuentra expuesta la antigua farmacia municipal, que después de prestar servicio en el antiguo hospital de la Merced, hoy desaparecido, queda aquí como mudo testigo de una época y de una profesión, donde las medicinas se hacían "según arte" por los boticarios, realizando multitud de ungüentos y remedios para todos los males, con centenares de productos contenidos en los albarelos.

 

El origen de esta farmacia está estrechamente vinculado con el desaparecido Hospital de la Merced.

En 1834 después de una nueva epidemia de cólera, que enferma a más de diez mil personas y lleva a la tumba a dos mil quinientas, hizo que las autoridades locales se plantearan la creación de un centro hospitalario.

Después de grandes esfuerzos, el 26 de septiembre de 1841, se abre el nuevo hospital municipal. Fue denominado de la Merced, por asentarse en las dependencias de lo que fue el convento de los padres Mercedarios, ahora propiedad del municipio después de la desamortización de Mendizábal de 1835.

Con la apertura de este hospital, queda superado el concepto de hospital de caridad dependiente de la Iglesia, convirtiéndose en una institución municipal, sostenida con fondos públicos de la beneficencia municipal y del Estado.

La botica, que gran parte de ella puede contemplarse en la tercera planta del Palacio de Villavicencio, se instaló en el hospital en la misma fecha de su apertura (1841) y desempeñaba una doble función, por un lado abastecer de medicinas al propio centro hospitalario, y por otro proporcionar medicamentos de forma ambulatoria a los diferentes ciudadanos acogidos a la beneficencia municipal, y que suplía la carencia de una sanidad pública estatal.

Esta farmacia ha llegado hasta nosotros en muy buen estado de conservación, por lo que podemos hacernos una idea bastante clara de cómo funcionaban las boticas en el siglo XIX. Desgraciadamente son pocas las farmacias decimonónicas que han conservado en Jerez su fisonomía primitiva. 

El botamen que contiene, está compuesto por una importante colección de albarelos, botes y frascos, muchos de los cuales aún contienen las sustancias originales, con las cuales, hasta bien entrado el siglo XX, los farmacéuticos elaboraban fórmulas magistrales. Aún podemos ver adheridas las artísticas etiquetas de papel, donde podemos leer los numerosos y “exóticos” compuestos que se disponían para elaborar las recetas.

Aquí encontramos artilugios, hoy desfasados, pero de gran sabor histórico, tales como, morteros de mármol, bronce y cristal, balanzas de todos los tamaños, probetas, granatarios, microscopios, estufas de cultivo, autoclaves, moldes para píldoras, y varios más, que a buen seguro despertarán la curiosidad del visitante, pues son una muestra del devenir histórico de la ciencia farmacéutica durante el siglo XIX y primera mitad del XX.

 

La mayor parte de los aparatos, botes y albarelos que componen la colección, fueron comprados por el Municipio en la segunda mitad del ochocientos para el servicio de la farmacia.  El completísimo material de cristal que se expone, procede del laboratorio municipal de higiene

Los muebles pertenecieron a una farmacia ya desaparecida, deliciosa y evocadora, que fue la farmacia de Adolfo Luque, cuya apertura data de 1890, y que estuvo ubicada en la calle Larga, nº 73, y que han podido ser rescatados gracias a la  generosa colaboración de Cajasur.

Los artísticos anaqueles y muebles son un buen ejemplo de los estilos historicistas que invadieron por aquella época tanto a la arquitectura como a la decoración de interiores. El primer mueble, que corresponde con la zona de atención al público de la antigua botica, está realizado en estilo neogótico, con los arcos trilobulados cásicos, mientras que el segundo, correspondiente a la rebotica, es de estilo neo mudéjar, con arcos  de herradura y rematado con almenas de estilo cordobés. 

El mueble que se encuentra en la recepción de la Torre es el original de la farmacia municipal. Puede contemplarse el escudo de Jerez, que remata las claves de los arcos, así como la fecha de su construcción: 1890. En el centro del mueble, en la clave del arco, se pueden leer las iniciales "S.T.O" Corresponde a Sor Tomasa Ochoa, superiora de Las Hijas de la Caridad, congregación religiosa que se hizo cargo del cuidado y mantenimiento de los enfermos en el hospital desde su fundación.

Esta antigua farmacia, resulta muy interesante por los elementos que contiene su colección, para comprender el desarrollo profesional de la farmacia, pero quizás resulte aún más atractiva, porque se ha recreado con elementos originales, una auténtica farmacia decimonónica.

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