Durante el siglo XIX el Ayuntamiento gestionó el hospital de Santa Isabel, un hospital municipal en el que se ubicaba una farmacia. Esta farmacia dispensaba medicinas de manera gratuita a aquellas personas que no tenían recursos económicos para pagarlas, con lo que se cumplía una importante labor social.
Con la creación de la seguridad social y el actual sistema de prestaciones desapareció la farmacia municipal y todo su instrumental fue guardado. En fechas recientes se ha recuperado todo ese material, exponiéndose en el Alcázar desde el año 2007. Los muebles, de estilo neogótico, son propios de las boticas y reboticas de entonces y pertenecieron a una antigua farmacia de la ciudad situada en el número 73 de la Calle Larga, que hoy ya no existe. Estos muebles han sido restaurados de forma magistral por el técnico Antonio Perdigones Galera.
Los visitantes pueden contemplar los más raros artilugios, como morteros de mármol, bronce y cristal, balanzas de todos los tamaños, probetas, granatorios, microscopios, estufas de cultivo, autoclaves y moldes para píldoras y supositorios.
La mayor parte de este aparataje, así como el botamen y los albarelos que componen la colección, fueron adquiridos por el municipio en la segunda mitad del ochocientos. La pieza más antigua de toda colección es un mortero de bronce del siglo XV en el que los farmacéuticos molían los componentes de sus fórmulas.