Mayor Dolor
Primitiva y Hospitalaria Hermandad del Apóstol Sr. San Bartolomé y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Sra. del Mayor Dolor en el Paso del Ecce Homo.
Sede canónica
Iglesia de San Dionisio
Plaza Asunción
11403 Jerez de la Frontera, Cádiz
956 34 29 40
Titulares
Señor del Ecce-Homo
El Señor del Ecce-Homo es obra Jácome Vaccaro 1757. Según consta en los estudios realizado por el Doctor en Historia del Arte Don José Manuel Moreno Arana. El señor en el Paso del Ecce-Homo sale con una Clámide (Capa) de terciopelo, granate, bordada en su borde en oro y sedas de colores.
Esta capa es obra de las Carmelitas en el año 1964. Las manos del señor están atadas y entre ellas lleva una caña en forma de cetro.
Nuestra Señora del Mayor Dolor
La imagen Nuestra Señora del Mayor Dolor es obra de Ignacio Francisco López, 1680 discípulo de Roldan. Es una de las dolorosas de mayor devoción en Jerez. Destaca la expresión de su rostro con la mirada el cielo y la posición de las manos. En su pecho lleva clavado un puñal de dolor, como simbolo de la profecía del anciano Simeón.
Reseña Histórica
El 6 de Abril de 1488 un grupo de oficiales zapateros, curtidores y zurradores fundan la cofradía de San Bartolomé para dar culto a su Patrón y cuidar del hospital que ya existía. Sus reglas se aprueban el 17 de Julio de 1.503. Con la reducción de hospitales de finales del S XVI, la Hdad. se acoge en la Colegial.
Tras 9 años de crisis la Hdad. solicita la restauración en 1602, haciendo que el arzobispado le confirme sus antiguas reglas, y que en las procesiones generales se le dé el lugar que había tenido. Se abre una información en la que son citados los Hermanos Mayores del Dulce Nombre, del Santo Crucifijo, del Rosario, de la Santa Vera Cruz. Comparecen también varios testigos y tras comprobar todos los extremos la Autoridad Eclesiástica confirmó la Regla de San Bartolomé y le dio la antigüedad solicitada.
En el año 1604 el Sínodo Hispalense ordena que todas las hermandades debían tener sus reglas aprobadas, y la antigüedad se regularía por la fecha de esta aprobación. Una vez realizada la lista por el Provisor de Haro, la Hdad. de San Bartolomé resultó ser la más antigua de las aprobadas. Desde entonces puede titularse Prima Inter Omnes. La hermandad pasó al Carmen donde estuvo hasta su definitivo traslado a su sede actual, la Iglesia de San Dionisio.
Desde el año 2004 hace Estación de Penitencia desde la Catedral por el cierre del templo de San Dionisio.
El paso de Misterio
En el paso de Misterio se representa el momento pasionista correspondiente al pasaje evangélico en que Cristo, flagelado y coronado de espinas, maltrecho por el sufrimiento, fue expuesto al pueblo por el procurador Pilatos, al objeto de que la masa humana, que era partidaria de condenarle a muerte, se sintiera apiadada por El. San Juan lo describe así: “Jesús salió afuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilatos les dijo: ¡Ahí tenéis al hombre!”. Se trata, por tanto, en esta versión dl Evangelista Juan (Capítulo 19, 5-6), de un instante pasionista intermedio, podríamos decir, entre la coronación de espinas y la Sentencia a muerte emitida por el procurador romano.Cristo aparece con una clámide púrpura, en pie, con las manos atadas por delante, la corona de espinas, de recia contextura, sobre la cabeza, y el rostro maltrecho, a causa de los golpes recibidos.
En las manos lleva una caña, símbolo de la realeza, pero que quiere expresar aquí la burla, el oprobio y el menosprecio. Un sector de la crítica ha situado esta talla en los años finales del siglo XVII o comienzos del XVIII (siendo su autor desconocido), comparando estilísticamente esta imagen con la del Señor de la Coronación de espinas de la Capilla de los Desamparados.
El Señor del Ecce Homo es una talla completa de muchísimo porte y calidad artística. Tiene una cabeza muy bien construida, con una expresión de dolor serena, y una intensa belleza plástica. El cuerpo es proporcionado y la composición es correctísima. Las manos, sujetando suavemente la caña, símbolo de humillación, denotan las gubias de un buen artista, concebidas con un gran sentido turgente, de intensa plasticidad, delatando los conocimientos médicos que el anónimo escultor poseía, ya que aparecen bien trazadas las venas, muy hinchadas, del Señor. Hay un cierto envejecimiento de las facciones, propiciado por la nariz afilada y la forma del rostro, bastante alargada, con mechones de pelo muy bien labrados y una barba y bigote que ayudan a intensificar el gesto de profundo dolor que irradia toda la talla.
Últimamente, esta imagen se está atribuyendo a la escuela andaluza, en concreto a las gubias de Pedro Roldán el Viejo, creador de toda una escuela de imaginería en Sevilla y otras provincias. Esta atribución, quizás algo precipitada, no nos parece feliz, porque entraña una distorsión comparativa. Los conceptos estilísticos roldanescos no aparecen en esta imagen, por lo que no conocemos con exactitud las razones de su atribución, por algún sector crítico, a las gubias de Roldán o a su escuela. Todo lo que podemos decir de esta talla, actualmente, es que esperamos encontrar, en el futuro, algunas aportaciones documentales que nos ayuden a encuadrarla en una estética determinada. Fue restaurada la imagen del Señor en el año 1950 por Manuel Jesús Domecq González y en 1992 por Francisco Pinto, quien la fijó entonces a la peana. En el año 2008 fue restaurada por Francisco Bazán de nuevo.
La capa fue confeccionada por las Carmelitas en el año 1964 y fue el último trabajo que realizaron. Son notables las potencias del Señor, de plata sobredorada, enriquecidas con enormes piedras y cabujares. Cada una tiene en la base un enorme rubí y 12 zafiros blancos. Fueron realizadas por los Talleres Rodríguez, de Córdoba, en el año 1960. En el camarín tiene unas potencias de plata, obra de Seco Imbert del año 1910. En el tesoro de la Hermandad guardan también un cetro de plata, repujado por también Seco Imbert en ese año de 1910.
En el paso de Misterio aparecen también las figuras no sagradas de Pilatos y un sayón. El procurador romano está en el momento de presentar al pueblo a Cristo, para mover su compasión. Un sayón, con la lanza en la mano, le ayuda y parece que empuja a Cristo hacia la parte delantera del paso. Tanto la figura de Pilatos como la del sayón son anónimas, de gran expresividad y fuerte sentido histórico, y de escuela valenciana, correspondientes sus fechas al siglo XIX.
La canastilla fue realizada por Manuel Seco Imbert en el año 1927, realizada en plata de ley cincelada y repujada. No tiene calados y se adorna con unas guirnaldas de rosas y unos relieves con alegorías de la Pasión. Cuando el paso iba cargado por fuera, las figuras procesionaban directamente sobre esta canastilla. Posteriormente se alargó y fue completado con plata cofradiera por Villarreal en el año 1964. De este año son las partes de la canastilla que están caladas. La canastilla consta, pues, de dos tramos ascendentes que van de menor a mayor. En el taller de Villarreal se repujaron también las maniguetas en el año 1976 y al mismo tiempo se prolongaron los respiraderos, la canastilla y la peana que ellos habían repujado en el año 1964.
Porta unos retorcidos candelabros que ocupan casi todas las partes en las que, originalmente, se divide este paso. Estos son diez, cuatro van sobre la mesa del paso, uno en cada esquina, y tienen nueve brazos cada uno, con treinta y seis puntos de luz. Sobre la canastilla van otros cuatro, también en las esquinas; éstos sólo tienen cinco brazos con veinte puntos de luz. Y en cada lateral de la canastilla, en el centro, va un candelabro de tres brazos con seis puntos de luz entre los dos. En total suman sesenta y dos tulipas. Lleva una imagen de Santa María de Montserrat como imagen venera.
Las dimensiones de las andas son de 224 cms. de ancho por 365 de largo y 150 de alto. Los faldones son del año 2000. En 1996, el paso de Misterio sacó en la parte trasera un Senatus y un pebetero con incienso. Al año siguiente fueron eliminados del conjunto.
Fuente: http://www.mayordolor.es
El paso de Palio
En el paso de palio se venera la talla de Nuestra Señora del Mayor Dolor, conocida popularmente entre los jerezanos como “El Dolor”.
El palio, las caídas del mismo y el manto son diseño de José Tova Villalba y fueron bordados con oro y pedrerías por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, finalizándolo en 1903, siguiendo un dibujo del pintor costumbrista sevillano José Toba Villalba, para la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo de Sevilla. En el interior del palio se aprovecharon los antiguos bordados del anterior palio de esa hermandad sevillana, realizados en 1881 por Patrocinio López. El 6 de abril de 1927 la Hermandad del Mayor Dolor adquirió el conjunto de palio y manto por dieciséis mil pesetas, estrenándolo en Jerez en la Semana Santa de 1929.
En el paso de palio se venera la talla de Nuestra Señora del Mayor Dolor, conocida popularmente entre los jerezanos como “El Dolor”. Tradicionalmente, esta Dolorosa excepcional se ha atribuido a las gubias del genial Martínez Montañés. Hay una teoría, aislada, sin embargo, que la remonta al siglo XVI. Al parecer, esta imagen fue, en el pasado, toda de talla. Hoy día, es de candelero, por lo que sólo podemos contemplar un rostro y unas manos. Pero con ello basta para decir que es una obra maestra, cumbre dentro del arte cofradiero jerezano, maravillosa por la expresión, perfecta en su dibujo y acabado.
Actualmente, la crítica niega la paternidad de Montañés para esta excepcional imagen. Por sus características plásticas, la expresión de su rostro, dolorido y patético, sin esperanza, es, sin duda, el rostro de esta Dolorosa el que mayor patetismo y sentimiento trágico dentro de la producción imaginera mariana de Jerez, el gesto mirando al cielo, con los ojos muy elevados a lo alto, los labios entreabiertos, el gran realismo, que sobrecoge y conmueve, las manos, distintas de las de otras Dolorosas jerezanas, porque en esta Virgen aparecen en actitud implorante, de un lado, y de ofrecimiento, por otra. Habría que fijar la cronología de esta imagen en el siglo XVII, momento de plenitud de la escultura andaluza, llamado el Siglo de Oro por excelencia en la plástica.
Un sector de la crítica afirma que, por el movimiento convulso y agitado de esta talla, habría que entroncarla en el segundo tercio del siglo XVI. Pero esto nos parece improbable, porque pensamos que el escultor que hizo esta Dolorosa conocía los conceptos estéticos de Montañés, los había asimilado y los había terminado adaptando a su peculiar sensibilidad. Se ha dicho que la calidad de esta imagen está a la altura de Montañés, lo cual es absolutamente cierto. Pero el problema radica en que nunca, a lo largo de su recorrido artístico, Montañés fue tan expresivo mostrándonos el dolor, aunque este dolor fuera el de la Madre del mismo Dios.
Tampoco, hasta el momento, se conoce ninguna obra del artista alcalaíno en que el dolor esté tan a flor de piel. Comparativamente, podemos fijarnos en la imagen de la Virgen de la Estrella, de la Capilla de su advocación en el barrio sevillano de Triana, que es una Dolorosa cotitular de una Cofradía de Penitencia, que se ha adjudicado a la gubia de Montañés por el eminente historiador Don José Hernández Díaz. Esta atribución la hizo el citado profesor fundándose en que refleja un sentido letífico del dolor, pese a la epifora bien marcada y a la belleza de la expresión, sólo alcanzable por un gran maestro. Creemos que en esta Dolorosa sevillana no hay un patetismo arrebatado, como sí lo hay, en cambio, en la jerezana expresa dolor, sufrimiento, tragedia, todo ello proveniente de una mujer, de una madre, habiéndosela despojado de las connotaciones puramente teológicas, es decir, no como Madre de Dios, sino como madre de un hombre.
No obstante, observando la talla con detenimiento, hemos conseguido vislumbrar una nota, quizás no muy llamativa, que la acerca a Montañés: Si nos fijamos en las manos, observamos que la izquierda está extendida, en actitud interrogante o implorante, como si la Virgen pidiera una explicación al Padre de lo que está sucediendo y del por qué. En cambio, con la derecha, que ya no está extendida, sino ligeramente levantada, ofrece al Hijo, es una actitud expresiva, de Corredentora, porque sabe que es Madre de Dios y ese Dios ha de entregarse por la humanidad. Hay en esa mano derecha una actitud letífica, sobrenatural, que no proviene de una madre a secas, sino de la propia Madre de Dios, consciente de su misión y de la misión encomendada a su Hijo. Sólo en este detalle, quizás insignificante para algunos, podemos vislumbrar un rostro de Montañés. Si nos atenemos a la evolución seguida por el maestro, podríamos llegar a la conclusión de que esta imagen fue realizada en un momento final en la vida del artista. Bien pudiera ser que su autor fuera un discípulo de Montañés, que captara la magnificencia del maestro, pero que dejara atrás notas peculiares del alcalaíno, centrándose sólo en expresar el dolor vivo y patético de una madre que clama que su hijo no sea condenado a muerte.
Esta imagen tiene en sí misma un sabor de trágico lirismo, una emoción desbordada. Las manos son un prodigio en modelado. Sea o no de Montañés, estamos ante la obra cumbre mariana de la Semana Santa de Jerez. Decir el Mayor Dolor es hablar de arte, auténtico y sentido arte, lo mejor de nuestra tierra.
Posee varias sayas bordadas. Una es de terciopelo azul con bordados en oro y composición asimétrica de grandes flores y motivos rocalla, es anónima del siglo XIX (concretamente de 1889). Tiene otra saya de de estilo isabelino y del siglo XVIII, que hace juego con un manto de camarín del mismo estilo y siglo. Tiene otras dos, ambas de terciopelo granate, con bordados en oro de los años 1902, una, y 1918, la otra. Otra saya que posee fue realizada con un traje de luces del torero Litri.
La corona de plata de ley sobredorada, así como las incrustaciones con esmalte de Toledo que tiene a dos caras y que representan los misterios del Rosario, los Apóstoles, el escudo de España, el de la ciudad, el del Cardenal Arzobispo, el del Ecce-Homo y dos rosetones, es obra de Manuel Seco Imbert del año 1928 (costó por aquel entonces 6000 pesetas).
La Virgen del Mayor Dolor lleva un puñal como símbolo de su dolor, que merece un comentario histórico: en 1872 una dama jerezana, en cuanto se terminó la ceremonia de su boda, ofreció a Nuestra Señora del Mayor Dolor los complementos que lucía. Eran cinco piezas: pulsera, sortija, broche y pendientes. Los materiales básicos, oro y platino; engarzados, diamantes y brillantes.
En 1912 Federico Rivero O’Neale mandó confeccionar un puñal. La hoja es de cristal de roca y en la empuñadura se colocaron todas las piezas que fueron ofrendadas por aquella dama. Los bordados son de una finura y de una calidad exquisita. El palio, las caídas del mismo y el manto son diseño de José Tova Villalba y fueron bordados con oro y pedrerías por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, finalizándolo en 1903, siguiendo un dibujo del pintor costumbrista sevillano José Toba Villalba, para la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo de Sevilla.
En el interior del palio se aprovecharon los antiguos bordados del anterior palio de esa hermandad sevillana, realizados en 1881 por Patrocinio López. El 6 de abril de 1927 la Hermandad del Mayor Dolor adquirió el conjunto de palio y manto por dieciséis mil pesetas, estrenándolo en Jerez en la Semana Santa de 1929. Los bordados del manto fueron pasados a nuevo terciopelo por las Hermanas Carmelitas de la Caridad en 1966. Posee otro del siglo pasado, de gran valor, que hoy está en desuso. Este manto es de terciopelo azul con bordados en oro. Fue donado por el Marqués de Alboloduy. Es un manto semilargo, estrenado en 1891.
Por aquel entonces en Jerez, todos los pasos iban cargados por fuera. Las caídas del palio las pasó a terciopelo nuevo Esperanza Elena Caro en 1968, y el limpiado del techo en 1993 corrió a cargo de José Antonio Cachero. Las caídas, por fuera, tienen un dibujo de grandes hojas y tallos muy finos; la composición ocupa todo el espacio de entrevarales y se va repitiendo. En el centro de las caídas delanteras y trasera van escudos. Por la cara interna, las caídas tienen una composición simétrica, el eje del dibujo está en medio de los varales tercero y cuarto; y en el dibujo no hay diferencias entre las manchas de las hojas y el grueso de los tallos.
El techo tiene bordado en el centro el escudo de la Hermandad, que está superado por una enorme corona real, y rodeado por el collar de la Orden del Toisón de Oro (único rastro visible de los antiguos propietarios (repetimos, la Hermandad de San Bernardo de Sevilla). El resto del techo lo ocupan unos roleos o tallos muy finos, a juego con los que tienen las caídas por la cara exterior y que se organizan simétricamente a partir de las mediatrices del rectángulo del techo. De estos frágiles y curvadísimos tallos brotan enormes hojas de acanto con las puntas acabadas en espirales. Todo queda enmarcado por un galón de oro que está a muy pocos centímetros del borde del techo de palio.
Manuel Seco Imbert también realizó en 1929 los varales (de plata de ley) y los candelabros de cola, que tienen 20 puntos de luz, así como la antigua candelería, cambiada en 1993. Los varales son de plata de ley: Los tubos son muy finos y muy cortos, están sólo cincelados y las macollas son simples nudos, sin ningún adorno y con muy poco relieve. Tuvieron unos basamentos muy altos, de sección cuadrada y unidos por unos medios puntos, con las claves hacia abajo, que parecían barandillas o contrafuertes para sujetar los varales. Los basamentos actuales son del taller de “Lorenzo, Jiménez y Rueda”. Los candelabros de cola son de plata cofradiera y en ellos los brazos no caen, se mantienen casi horizontales y sobresalen mucho del paso.
Cada candelabro tiene diez tulipas y entre ellas hay cuatro floreros de cristal, que tienen forma de trompeta y las flores que les colocan quedan muy airosas en tan elegante soporte. Costaron 3500 pesetas cada uno. Los respiraderos del paso, de estilo barroco, fue realizados por Lorenzo Jiménez Rueda fueron estrenados en 1975.
Son bonitos, bien dibujados, con una composición armónica, sin esforzar, y con los volúmenes del repujado muy atrevidos. En el centro del frontal de los respiraderos, de plata, lleva una capilla con una representación gráfica en altorrelieve del paso de Misterio. Terminan con una moldura a modo de entablamento, que parece estar sostenido por unas columnas balaustres con los estrangulamientos muy pronunciados; de la basas cuelgan unas borlas doradas, a juego con los bordados de los faldones. Anteriormente poseía otros repujados por Seco Imbert en 1928 también en plata meneses y de estilo gótico, en los cuales tenía una barandilla curvilínea que, a modo de contrafuerte, unía los varales.
La nueva candelería, realizada en plata cofradiera, es del año 1993, obra de Manuel de los Ríos, tiene 96 puntos de luz, quien también realizó ese año el plateado de los varales y de la peana de la Virgen, que fue originalmente realizada en el Taller “Lorenzo, Jiménez y Rueda” y con el mismo estilo y repujado que el de los respiraderos y los basamentos de los varales. Las jarras son veinte y fueron repujadas en el año 1970 por el mismo Taller de “Lorenzo, Jiménez y Rueda”. Tienen unas franjas con un cincelado finísimo, que combina muy bien con el que está decorando el entablamento que remata a los respiraderos. Hay seis jarras grandes, cuatro medianas y diez pequeñas. En el año 2000 se restauraron. El llamador es de plata de ley, se estrenó en 1929 y fue repujado por Seco Imbert. El paso lleva una imagen venera de la Virgen del Pilar.
El paso fue restaurado en 1994. Los faldones, de terciopelo rojo, fueron bordados por Encarnación López en 1980. En el delantero lleva el escudo de la Hermandad bordado, en el de un lateral el escudo de Jerez y en el otro un escudo-alegoría de San Dionisio (lleva una Mitra en el centro). Los escudos están bordados en seda de colores y alrededor de ellos y en sentido horizontal, se extienden unos lambrequines y unas flores que están realizados sólo con hilos de oro.
En cada esquina hay un broche; también están bordados sólo con hilos de oro. El motivo principal es una jarra con azucenas; cada faldón tiene una mitad. La jarra se ve completa al colocarnos en el vértice del ángulo que forma la esquina de la parihuela. A los lados de cada mitad de la jarra se repiten casi los mismos lambrequines y flores que figuran en los costados de cada escudo.
Fuente: http://www.mayordolor.es
Escudo y Túnica
Escudo:
En el remate figura la Corona Real; más abajo, una cartela entrelazada en la que figura la inscripción PRIMA INTER OMNES, enlazada a su vez en los remates, con dos cuernos de la abundancia que parten de la base de la Corona Real. Entre ambos, dos cuchillos cruzados, símbolos del titular de la Cofradía, el Apóstol Señor San Bartolomé. Más abajo, dos cuarteles en posición oblicua en los que figuran: en el de la izquierda sobre campos de gules, un corazón traspasado por una espada y orlado por la corona de espinas; en el de la derecha, sobre campo de azur, la Mitra Obispal sobre la Palma de Mártir de San Dionisio y Báculo cruzado.
Túnicas:
En el cortejo del Ecce Homo, túnica y capa blanca con antifaz y fajín de color morado. Guantes blancos
En el cortejo de la Virgen, túnica, capa, antifaz y guantes negros con fajín de esparto.
En el lado izquierdo de la capa el escudo de la Hermandad y en el antifaz un corazón traspasado por la espada y rodeado de la corona de espinas.
Otros datos de interés
- S.P.Q.R. realizado en 1929 por Seco Velasco
- Libro de Reglas: realizado por Emilio Landa en plata de ley en el año 1950. • Banderín Voto Concepcionista, realizado por las Carmelitas en seda celeste con bordados en oro en el año 1930.
- Trompeta Saetera, realizada en el año 1901.
Contacto
Dirección: Iglesia de San Dionisio Areopagita, Plaza de la Asunción s/n, 11403 – Jerez de la Frontera
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